OPINION. Con pedido de publicación y anonimato, nos llega -”por ser el canal idóneo”- este texto: “A RAMIRO DIAZ CUELLO. Técnico, entrenador es cualquiera. Formador no cualquiera. Las dos cosas… ahí si ya podríamos hablar de básquet de manera integral”. Son de esas frases que uno siempre recuerda de los grandes del básquet. La escuché del Tatá Flores, quien, esperando para comer un plato de “Titina”, estaba sentado en la mesa redonda donde funcionaba el comedor del Villa (ahora gimnasio). Se me viene a la mente esa frase porque en este mes nos toca despedir a uno de los pocos, últimos, escasos, en extinción “formadores” que conocemos por estos lugares. “Rama”, “Coya”, “Mariiiiiiido” y tantos otros conceptos con los que lo hemos llamado. Lo empezamos a ver allá por el PRONEA con AMAD de Goya, tuvo sus giras por otras ligas, otras provincias, hasta que un día pisó fuerte en el Chaco, de la mano de otro salteño con características de pie grande y alma folclórica, quien decía: “saco más músicos que jugadores”. En Villa, Regatas e Hindú dejó sus huellas. Podríamos nombrar cada uno de sus títulos, los cuales obtuvo a nivel local, provincial y nacional, con formativas y primera. Pero desde la mirada de Él, seguramente con cierta humildad, no pondrá énfasis en eso. Los que lo conocemos, sabemos lo que caracteriza a Ramiro y lo que supo compartir con nosotros estos años. Su pasión por el trabajo, por el proceso, su curiosidad por aprender y enseñar, por capacitarse continuamente, por persuadir, por convencer, por personalizar cada una de sus intervenciones a las características de cada jugador que le tocó formar. Hoy en día, muchas (lamentablemente la mayoría) de las personas que están en lugares de toma de decisiones se creen “inventores y todólogos” del básquet, y, paradójicamente son ellos, los únicos que no se capacitan y aun así dan cátedra de cuestiones pedagógicas y didácticas del básquet, con recetas de la prehistoria, por el solo hecho de ser “de la comisión directiva”. Ramiro supo nadar en ese mar, o parque jurásico según quien sea el animalito/e. Supo convencer con TRA-BA-JO, mostrando cual es el camino. Pero no cualquier trabajo y camino a costa de cualquier cosa, y aquí, entran las cuestiones pedagógicas y didácticas haciendo referencia a la frase del Tatá Flores. Técnicos, entrenadores, son fáciles de detectar. Algunos solo dan indicaciones, gritan, les dicen a sus dirigidos que ejecuten tal o cual ejercicio, cuando algo sale mal la culpa siempre es de los jugadores porque no “ponen huevo” (y esto refiere a formativas también). Incluso ahí, están los que solo entrenan con el “A”, con los mejores, y con los mejores 12. Planificación? Mmmmmm (También aplica al ámbito dirigencial) Quien alguna vez observó los entrenamientos de Ramiro, seguramente habrá observado un entrenamiento masivo, dinámico y diverso, por la propia heterogeneidad de los jugadores. Y ese mismo proceso, sostenido a través del tiempo. Estas cuestiones solo se logran con “PLANIFICACIÓN”. Ramiro lo tiene claro, solo basta con mirar su cuaderno espiralado que siempre está en la mesa de control. Pero la planificación no solo es “anotar”. Detrás de ella hay “estudio”, hay bibliografía, hay capacitación. Y eso se logra con ganas de aprender y de enseñar. En definitiva, se logra con trabajo, y ganas de trabajar y mejorar.A ese trabajo, Ramiro agrega argumentos, para que cada jugador no solo “ejecute”, sino que sepa por qué y para qué lo hace, y que lugar ocupa esa acción dentro de un plan colectivo. Hoy, ya pronto a partir a su nuevo destino, el cual le exigía conocimientos de “Inglés”, no lo toma desprevenido pues ya estaba preparado también en eso. Ramiro enseña la disciplina del básquet de la mejor manera que uno puede hacerlo. Desde la didáctica, empleando todos los métodos posibles para que los jugadores puedan aprender. Desde la fisiología y la psicología, respetando el desarrollo evolutivo de cada uno, no apurando el proceso y dejando que cada cosa se dé a su tiempo -aquellos que son docentes entenderán de lo que aquí se está hablando-. Desde lo afectivo, brindando los gestos necesarios para la contención de cada uno. Desde lo profesional, una persona comprometida con cuerpo y alma para con su trabajo. Inculcando el sentido de pertenencia en cada una de las personas que tocó entrenar, despertando y sacando en cada uno lo mejor de sí. Esas cosas, solo se logran con ejemplo, compromiso, pasión, dedicación, profesionalismo, sabiduría y capacidad para comprender los procesos individuales y grupales. Por todo esto es que Ramiro “no es cualquiera”. Es un entrenador, claro está. Pero es también mucho más que eso, es un “formador”, alguien que entiende el básquet en su integridad, alguien que en su paso por nuestra provincia supo marcar una filosofía y una esencia. Una filosofía que entiende que, de los demás también se aprende, con solo recordar cuando en villa se acercaba a los entrenamientos del mini básquet para aprender con y del profe “Cesar”, tratando de adaptarse a la filosofía del club y no que el club se adapte a su proyecto (como cada vez que viene, y también se va, un “todólogo”). Una filosofía que tiene en claro que a cada jugador que se acerca al club hay que llamarlo por su nombre, recibirlo con los brazos abiertos y darle contención. Una filosofía que entiende de procesos a largo plazo. Como no recordar alguna final oriental donde un jugador del equipo perdedor, pierde la pelota del partido por no confiar en su pívot para definir la jugada. Padres, jugadores, todo el mundo “yéndose al humo”, opinando lo que tenía que haber hecho el jugador y el técnico. Y justamente el técnico (Ramiro) dice: “lo que acá hay que ver es que este pibe aprenda la lección de que hay que confiar en el compañero, eso es lo más importante en la formación”. De todo el equipo que jugó ese partido, hay uno solo jugando en la liga nacional. Se imaginan quién? Si eso no es entender el proceso… Se podría también detallar lo que es como persona, como amigo o como profe. Los que tuvimos, y tenemos la suerte de compartir con él sabemos de su andar calmo, y sus respuestas directas, expresando espontaneidades puras y profundas cual copla salteña. No importa quién sea o cuanto sepa quien se acerca a Él, escucha con respeto, responde con humildad y lo acompaña su pasión y conocimiento sin guardarse nada. El filósofo francés Edgar Morín decía: “Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbre a través de archipiélagos de certeza”.Querido Ramiro, nuevos desafíos te esperan, en esta oportunidad en tierras lejanas, muy lejanas, con un amplio océano. No obstante, llevas con vos una valija de herramientas que te permitirán navegar por esos archipiélagos con la certeza de que tú pasión, curiosidad, ganas de trabajar, de enseñar, y de seguir aprendiendo… te llevarán al mejor de los puertos, para que también sigas demostrando como siempre, con los pies en la tierra, cual es el camino a seguir. Te deseamos el mayor de los éxitos. Solo nos queda dar gracias a Dios y/o la Pachamama por haberte dejado un tiempo compartir por estos lugares. Hasta la próxima querido entrenador, formador y amigo…”
A Ramiro Díaz Cuello
Publicado por Silvio Buittoni en diciembre 24th, 2024